Capítulo 6 - Bailar es divertido







El Secreto
de
Pipo

Capítulo 6 - Bailar es divertido

de Anita Walker Moon

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- ¡Qué pasada! ­ exclamó Pipo acompañándose de un silbido- ¡Esto son las famosas tres dimensiones! El mundo plano es distinto. Eso de ahí está lejos ¿verdad? y esto cerca ­ añadió muy serio.

- ¿Tengo que enseñarte ahora la diferencia entre lejos y cerca? ­ preguntó María burlona.

- No ­ aseguró Pipo -. Sé perfectamente que lejos es un adjetivo que califica a las cosas que se hallan en un tercer plano, es decir, más distantes y que...

- Vale, vale ­ le atajó María -. Pues entonces me entenderás si te digo que el baño no está ni lejos ni cerca y que tenemos que ir allí para quitarnos de encima todas estas babas pringosas de Flu.

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Flu, por su parte, corría de un lado para otro sin saber muy bien qué hacer.. En cuanto oyó su nombre, se echó sobre María de un salto y luego, abandonándola en el suelo, se tiró encima de Pipo para darle la bienvenida.

- ¡Aaaah! ­ gritó Pipo.

- ¿Qué pasa ahora? ­ preguntó María levantándose.

Le fastidiaba un poco que Flu la hubiese dejado tirada. Por Flu y por Pipo. ¡A ver si ahora Pipo iba a preferir a su perro y su perro a Pipo!

³Lo que hace ser famoso², pensó, con un poco de envidia.

- ¡Tu perro es suave! ­ se admiró Pipo acariciando la cabeza de Flu.

- Sí, claro, todos los perros son suaves-

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dijo María, algo enfadada -. ¡Vamos!

María agarró del brazo a Pipo y le condujo hasta el baño. Allí abrió el grifo de la ducha y esperó a que el agua saliese templada.

- Ahora... ¡Adentro! ­ ordenó a Pipo empujándole.

Pipo cayó dentro de la bañera con su peto azul y sus ³bambas². María agarró el teléfono de la ducha y le regó de arriba a abajo sin ninguna consideración. Pipo gritaba lleno de pánico y de emoción. El agua caía a chorros por su cuerpo y su tacto líquido le asustaba y le encantaba a la vez.

María se moría de risa. De pronto sintió la mano de Pipo sujetando la suya y un tirón le llevó de cabeza a la bañera. Los dos niños chapotearon divertidos en aquella improvisada piscina, salpicándose el uno al otro. El

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agua de la ducha caía sobre ellos con su zigzag de lagartija.

A María le parecía que aquella también era su primera vez bajo el agua. El asombro de Pipo se le contagiaba. María cerraba los ojos y escuchaba a Pipo describir sus sensaciones, sus nuevas sensaciones, y María abría la boca y dejaba correr el agua por sus labios sintiendo su caricia de seda y bullicio.

- ¡Ahora me tienes que enseñar a bailar! ­ dijo Pipo cuando las manos de los niños se quedaron tan arrugadas que decidieron salir de la bañera -. ¡Me lo prometiste!

- Bueno, vale.

María se secó un poco el pelo con la toalla y luego restregó la cabeza de Pipo. Sus ropas chorreaban, pero hacía calor y no les importó. Decidieron ir al - 18 - - 6 -

salón para su primera clase de baile con la ropa empapada de agua.

María puso música. Los compases de una canción alegre saltaron de los altavoces como la cascada de un río. Pipo miró a María frunciendo el ceño.

- ¿Qué es esto? - preguntó.

María arrugó mucho la nariz.

- El mejor cantante del mundo - aseguró la niña ofendida.

- Pues yo no quiero bailar esto. Yo quiero aprender a bailar vals.

- De eso nada. Ahora la profesora soy yo. Así que te enseño lo que me dé la gana. Esto es perfecto. Mira, tienes que hacer así.

María puso un pie delante, lo elevó un poquito y empezó a agitarlo como si

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estuviese pisando una cucaracha. Luego movió las caderas a un lado y a otro. Al rato se acompañó con las manos, meneando la cabeza. Abría y cerraba los codos y luego giraba sus muñecas frente al pecho como si estuviese colocando un rollo de papel higiénico desbaratado.

- ¿Ves qué fácil? ­ le dijo a Pipo deteniéndose -. Ahora tú.

A Pipo le daba un poco de vergüenza intentarlo. Le parecía dificilísimo. Empezó moviendo el pie sin ninguna gracia. Luego levantó y agachó los brazos. Se sentía ridículo.

- ¡Así no! ­ reía María -. ¡La cadera, la cadera!

Y Pipo, poco a poco, fue soltando su cuerpo. ¡Qué divertido era bailar! Agarró a María de los brazos y giraron y giraron por todo el salón seguidos de

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un escandaloso Flu que mordisqueaba sus pies y ladraba sin parar.

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